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Barco a Vapor |
En
el Siglo XIX, el Medio Oriente se encontraba dominado por el Imperio “
Turco- Otomano”, y el Líbano formaba parte de este extenso
imperio desde 1517, ésto representaba serios problemas para los
Libaneses, sobre todo los Cristianos de éllos, quienes estaban obligados a
cancelar impuestos exagerados, y someterse a limitaciones pesadas para sus
prácticas religiosas, por lo que procedían a vender sus
propiedades, otros a endeudarse y abordaban buques en las costas de Sidón,
Beirut y Trípoli al estilo de la Antigua Fenicia, llegaban
a las costas del Caribe con permisos en mano de las autoridades turcas, y por
esta razón que los primeros inmigrantes, desconocedores del idioma español, son
conocidos como turcos en toda Latinoamérica, a ésta afirmación acompañara
siempre la respuesta de cualquiera de ellos con la siguiente frase:¨ No
soy Turco, soy LIBANÉS¨.
Los primeros Libaneses llegaron a Venezuela
en la segunda parte del siglo XIX, por lo que no existe noticia precisa del
primer inmigrante a tierra Venezolana, sin embargo se conoce extraoficialmente,
en los pasillos de la
Embajada Libanesa en Caracas, que el primero era un sacerdote
de nombre Butros (Pedro), proveniente de la isla de
Cuba cerca del año 1862, por otro lado el historiador Venezolano Ramón
DIAZ SANCHEZ en su libro: Líbano, Historia de Hombres de 1969, refiere a las
familias SALDIVIA (Saliba) DIVO, DAO, RACHED Y DAGER quienes llegarían en las postrimerías del
siglo XIX a la Isla
de Margarita y Puerto Cabello, adicionalmente el antropólogo Francisco Castañeda
se ha encontrado un documento en el consejo Municipal de Cumaná en el cual una
persona de apellido ABDALÁ solicita en 1869 una autorización para montar un
espectáculo ambulante en las calles de Cumana junto a su familia, ésta
anecdota nos indica que la presencia de abdala “con su familia” no puede
tener menos de una decada en el Estado Sucre, pero
independiente de la fecha precisa, es obvio que la presencia libanesa en
Venezuela, se inicia a medianos de los años 60 del siglo XIX, y empezaría
lógicamente en los puertos de entrada del país como Puerto Cabello, Isla
de Margarita, Cumaná,
La Guaira y Punto Fijo,
algunos llegaban directamente del Líbano otros de las Islas del Caribe,
luego comenzaron a desplegarse en las zonas aledañas a los puertos, y con sus
habilidades comerciales se iniciaron como vendedores ambulantes, hasta llegar a
zonas remotas del país, por lo que es hoy una tarea ardua encontrarles un censo
preciso.
Los primeros libaneses llegaban solos,
buscando horizontes que permitan desarrollar su ambición económica y política,
la distancia tan extensa entre Venezuela y el Líban no les dejaba margen alguno
de arrepentirse por haber venido, solo tenían una opción
: mirar hacia delante y seguir, y dado que en su
mayoría, en aquellos tiempos eran católicos, no encontraban dificultades en
este particular, y se sentían cómodos participando a la práctica católica en
Venezuela, aunque sea diferente al Rito Oriental, muy querido para ellos.
Queda que la Barrera
más importante era el idioma, el que aprenderán entre bromas y remedos de los
venezolanos quienes contrastan abiertamente con el carácter austero de los
musius marchante.
Los que llegaban de las Islas del Caribe
abarcaban mayormente en Punto Fijo a diferencia de los que llegaban directamente
del Líbano, éstos entraban por otros puertos, radicando sus primeras casas
comerciales o tiendas, muy cerca de los puertos, y sus actividades no
traspasaba el ámbito comercial, en su totalidad se dedicaban a la quincallería
y mercancía seca, creando un espacio muy propio de ellos en aquellos años,
entre la clase humilde y la otra más privilegiada, conformando una especie de
clase media que fue justamente el motivo del éxito de esta inmigración porque
no accedieron como miembros de la clase alta comercial sino a una clase
comercial más popular.
La inmigración libanesa pudiera dividirse
históricamente en 2 etapas:
1-
La del Imperio Otomano.( Cuando se encontraba dominado por el Imperio “
Turco- Otomano”, y el Líbano formaba parte de este extenso
imperio desde 1517, ésto representaba serios problemas para los
Libaneses, sobre todo los Cristianos de éllos, quienes estaban obligados a
cancelar impuestos exagerados, y someterse a limitaciones pesadas para sus
prácticas religiosas, por lo que procedían a vender sus
propiedades, otros a endeudarse y abordaban buques en las costas de Sidón,
Beirut y Trípoli al estilo de la Antigua Fenicia
2-
La fue posterior a la primera guerra mundial : cuando el
Líbano pasa a ser protectorado francés en 1918. Sin embargo las 2 etapas del
Arribo de libaneses a Venezuela, vienen atraídos por el mismo mito, el sueño
dorado de la América, afirmación
cierta, si la entendemos como metáfora del trabajo duro en las calles del país
como vendedores por cuotas.
La
tradición familiar libanesa es muy fuerte, como es conocido mundialmente, y es
la primera enseñanza que se le enculca a los niños, junto a la confesión
religiosa, la Comida
libanesa, el idioma y las reglas y tradiciones dentro de la familia.
El
cuidado de las tradiciones consigue un especio amplio dentro de la familia
Libanesa, pues junto a la religión, la gastronomía y el idioma, el buen
matrimonio es buscado justamente para resguardar estas tradiciones , y el
sinónimo del buen matrimonio es con un conyugue de origen libanés, tradición
ésta que es seguida a gran escala, hasta la tercera generación, durante la cual
comienzan a presentar profesionales universitarios en las familias, dando paso
a iniciar saltos a la barrera matrimonial y se registran matrimonios mixtos, es
decir con conyugue de origen distinto, sin dejar de luchar a enseñarle a este
conyugue “aprendiz” por lo menos a sumergirse en la cultura culinaria Libanesa
y a dominar los principios del idioma árabe mediterráneo, ó el dialecto
libanes, de manera que la cuarta y hasta la quinta generación preserve el
conocimiento básico de la comida del Líbano junto a lo primordial de
su idioma.
Venezuela, poblada de forma muy dispersa en el Siglo XIX para muchos
comerciantes, era una “Plaza Sin Potencial Comercial”, un
mercado árido y duro para muchos comerciantes pero para esto tenaces hombres
del Líbano es un reto bien recibido y una lucha de dulce sabor, por lo que
cuando las zonas aledañas a los puertos se congestionan por sus propias
tiendas, y cuando el negocio se les hace pesado y lento, los audaces orientales
harán proceso de inmigración interna. Así observamos el camino del Litoral
Central hacia Catia y La Pastora en la Ciudad Capital, y
desde Puerto Cabello hacia Valencia, desde Punto Fijo hacia Barquisimeto, de
Puerto la Cruz y
Cumana hasta Maturín y el Tigre y posteriormente hacia ciudades más remotas
como Zaraza, San Fernando de Apure, Ciudad Bolívar, Upata y Los Andes y así
llenan de Colorido el paisaje Venezolano, habituado a ser homogénico desde la Guerra Federal.
Con su media lengua española buscan convencer al
criollo a comprarles, por lo que reservaban su propio espacio en las
barriadas venezolanas, logrando que sus vecinos prueban sus delicias
culinarias, mientras le venden por cuotas, un corte de tela o quizá el mismo
mantel en el que comen, pero a pesar de todo, la integración total era difícil,
aún en un país tan propenso al mestizaje, así pues la unidad familiar de los
libaneses se mantiene, sumando esto a las estrechas relaciones entre ellos mismos
que generalmente se ubican en zonas determinadas, y también al matrimonio entre
paisanos, todo en una tónica que apunta a conservar las tradiciones de su amado
Líbano.
Al Oriente del país llegan los ABDALÁ, DIVO, NADER, HAYEK, GANDOUR,
HOBEIKA, ABUHAMAD, CHALITA, GESSEN, TABET, BECHARA, TOBIA, BAJARES Y SALIBI,
y fueron desplazando dinámicamente hacia los altos de los Estados Anzoátegui,
Sucre, Monagas, y Bolívar.
A finales
de los años 30 del Siglo XX llegan a Yuruari, y San Fernando de Apure para encontrarse
con los Apellidos: CAMEL, BUAIZ, CESIN,
LÓPEZ, LATUFF, YABBUR, ZOGPI, KABCHI y ABUNAZAR.
En la Costa Central de
Venezuela llegan a la Guaira
lo MATTAR y por Puerto Cabello, los DAO y los ASSEF, posteriormente los RACHED, DAGER, LAMEH, MUBARAK, JAAFAR,
AOUN, SAID y BARBOUR.
Según
Miguel Elías Dao, en su libro: Puerto Cabello, huellas de primeros
pasos, de 1998, recopilamos que ASSEF (Jose) DAO arribó al
Puerto en 1876 cuando las guerras Druso-Cristianas y el avance del imperio
otomano.y luego trajo al resto de su familia, hasta las primeras décadas del
Siglo XX, mostrando el típico modelo de la inmigración en cadena, donde en
primer lugar llega un pionero, ó la cabeza de la familia, como lo es el hermano
mayor, ó el mismo padre y luego procede a traer a los familiares cercanos
así como amigos de la misma región en el Líbano entonces de Puerto Cabello se
sumergen en los Estados Carabobo, Yaracuy y Aragua para encontrarse con los
MUCI en Valencia y adentrándose llegan hasta el Estado Guárico como es el caso
de los políticos DAGER de la población de Zaraya.
En el
extremo occidente de Venezuela llegaron los libaneses provenientes de las Islas
Aruba, Curazao, San Martin, Jamaica y Cuba, buscando mejores perspectivas en un
país que no se involucró en la Guerra Mundial y está repleto de petróleo, así
entonces hacen cabeza de playa en la
Vela de Coro, Punto Fijo y Cumarebo.
En
cuanto a los poblados allegados a Caracas decimos que posterior a su extensión
en Catia y La Pastora,
los libaneses se dirigieron hacia Los Teques y la Victoria, Petare,
Guarenas y Guatire pasando Cagua y poblando zonas de Barlovento, Higuerote,
Tacarigua de Mamporal y Rio Chico. En estos lugares encontramos a los AOUN,
SABAL, LAHOUD, SALEMA, FARAH, RAMIA, FARAGE, SHEMI, MUSSA, MATTAR, SARQUIS,
HALABI, YAMIN, LILUE Y SAADE entre otros, estos apellidos se mantuvieron
intactos debido a que todos proceden en el Siglo XX cuando el manejo del idioma
criollo había mejorado notablemente para los libaneses, por lo que no “latinizaron”
sus apellidos, como solía pasar con sus antepasados compatriotas del siglo
XIX.