Quizás la primera presencia libanesa en tierras americanas, según
el eminente investigador ehistoriador argentino-palestino, Juan Yasser,
data desde el génesis americano, donde se detectaron rastros fenicios,
huellas milenarias inequívocas en el nacimiento mismo de América.
Con la llegada del gran marino, el almirante Cristóbal Colón,
a finales del siglo XV a América, llegaban algunos libaneses usando
la brújula que conocieron y trajeron desde la China, acompañando
la expedición del Descubrimiento.
Si bien para todo hombre la emigración es un drama, el clímax
del drama para los libaneses que emigraron hacia América y otros
lugares del mundo, fue precisamente la necesidad de salir de su suelo nativo.
El año 1860, marcó una época de dolorosos acontecimientos
que ensangrentaron al Líbano en su lucha contra el poder Otomano.
La firma de un Protocolo en 1864, de parte del imperio turco, que impedía la interrelación económica y el intercambio de productos entre la montaña libanesa y su litoral, paralizando al país, acrecentando la crisis económica e incrementando las sumas a recaudar en forma de impuestos para la Metrópolis, desencadenaron la primera oleada masiva de la emigración libanesa hacia América y, entre ella, hacia Venezuela. El acucioso escritor e historiador venezolano don Ramón Díaz Sánchez, en su enjundioso trabajo "Líbano, una historia de hombres y de pueblos" se inclina por fijar el año de 1864, como el de la llegada del primer libanés a Venezuela, considerando ésta como la primera fase de presencia, pero no fue sino hasta las dos últimas décadas del siglo pasado que tal emigración tomó carácter masivo.
La firma de un Protocolo en 1864, de parte del imperio turco, que impedía la interrelación económica y el intercambio de productos entre la montaña libanesa y su litoral, paralizando al país, acrecentando la crisis económica e incrementando las sumas a recaudar en forma de impuestos para la Metrópolis, desencadenaron la primera oleada masiva de la emigración libanesa hacia América y, entre ella, hacia Venezuela. El acucioso escritor e historiador venezolano don Ramón Díaz Sánchez, en su enjundioso trabajo "Líbano, una historia de hombres y de pueblos" se inclina por fijar el año de 1864, como el de la llegada del primer libanés a Venezuela, considerando ésta como la primera fase de presencia, pero no fue sino hasta las dos últimas décadas del siglo pasado que tal emigración tomó carácter masivo.
Podemos apuntar con Ramón Díaz Sánchez, que las
distintas fases de la emigración libanesa dependientes de factores
intrínsecos del Líbano, ubican la primera de ellas desde 1864
hasta el año de 1900. En este período, quizás el número
de libaneses llegados a Venezuela no superaba el millar y viajaban con "el
pasaporte o permiso turco", al igual que los sirios y palestinos y,
de ahí el mote que perdura hasta nuestros días de identificar
a los árabes oriundos del Líbano, con el apodo de "Turcos".
El segundo período, que va entre 1900 a 1914, tiene como característica
la estabilidad del comercio en el nuevo mundo, por lo que los emigrados
exhortan a sus familiares a la emigración.
Con el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918, se
interrumpe el movimiento migratorio libanés. El Líbano soporta
una invasión de langosta que acaba con su agricultura y una epidemia
de tifus que ocasiona millares de muertos.
En el período entre la dos guerras mundiales, ya el Líbano
no se encuentra sometido al colonialismo Turco-Otomano, sino que está
bajo el régimen del mandato francés.
Durante este período, no obstante el desarrollo de iniciativas
francesas para el aprovechamiento de la mano de obra de la juventud libanesa,
la emigración interrumpida recomienza orientada hacia Latinoamérica,
como consecuencia de las restricciones legales de los Estados Unidos de
Norteamérica, entre los años de 1921 y 1929, con miras a prohibir
la emigración, potenciándose la misma hacia Brasil, Argentina
y Venezuela. A finales de ese período, se reactiva la economía
y el campo libanés, disminuyendo el ritmo de la partida de ciudadanos
de origen campesino iletrada, sin preparación laboral, comenzando
la emigración desde los medios urbanos, gente de relativa cultura
bilingüe en su mayoría, desempleados que van a buscar nuevos
horizontes para sus vidas.
A raíz de la obtención de la independencia del Líbano
en 1943 y, con la salida de los ejércitos franceses y británicos,
queda repentinamente cesante un voluminoso grupo de trabajadores, con conocimientos
técnicos y tecnológicos de la época bilingüe también,
que prestaba sus servicios a esas dos potencias europeas en esa etapa y,
el Líbano independiente, ejerciendo su gobierno y la soberanía
sobre la totalidad de todo su territorio, se incorpora a todos los organismos
internacionales nacientes, tales como, la Sociedad de Naciones, posteriormente
Naciones Unidas, Liga de Estados Arabes, Unesco, OIT, por lo que se diversificó
el destino de la emigración ratificando a Venezuela y a Brasil en
América y, Australia y los países del golfo arábigo
como nuevas opciones. Este período es muy importante porque comienza
la reconstrucción del Líbano, su infraestructura turística,
hotelera y su infraestructura comercial, industrial y financiera, lo que
intensifica y robustece el intercambio entre los libaneses residentes y
los libaneses emigrados.
Florece en esa etapa una economía libanesa representativa de los
más importantes centros de desarrollo mundial y, comienza una etapa
de intercambio de productos entre el Líbano a través de sus
emigrados con casi todos los países del mundo. Por ello, el emigrante
libanés en Venezuela se expande por toda la geografía nacional
buscando las ventajas comparativas que pueden hacerlo agente del intercambio.
Desde los años cincuenta, hasta la fecha, quizás con algunas
alteraciones durante los períodos de la guerra interna del Líbano,
la emigración libanesa ha funcionado como vaso comunicante entre
el Líbano y Venezuela, un vaivén permanente ha hecho que muchos
venezolanos de origen libanés hoy estén residenciados en el
Líbano, sustituidos en Venezuela por sus familiares "herederos
de su actividad fabril o comercial". Esta situación se repite
entre el Líbano y países de Ultramar, lo que ha llevado a
tener dos terceras partes de la población libanesa residente en el
exterior y, a un tercio de los residentes del Líbano de nacionalidad
y origen extranjero, oriundos fundamentalmente de los países receptores
de la emigración.
En Venezuela residen actualmente unos quinientos mil ciudadanos libaneses
o de origen libanés, quizás un quince por ciento de ellos
en el estado Carabobo, ya que no hay cifras ciertas porque no ha habido
censos ciertos, ni venezolanos ni libaneses capaces de determinar con exactitud
aceptable.
Es importante señalar que ninguna fuerza ha logrado impedir, durante
todas las etapas o fases antes señaladas, que los libaneses emigren,
lo que tampoco han podido impedir es que reformen, bien ya como Americanos
Libaneses, Afro-Libaneses o Euro-Libaneses y, es por ello, que el Líbano
que ha sufrido una sangría milenaria en el tiempo, de sus hijos no
ha fenecido, porque también ha recibido un torrente permanente de
los mismos, enriquecidos con las más diversas culturas y que han
conformado un mestizaje tan vasto cuyo prototipo es universal.
Si bien el territorio libanés es exiguo, su concepción
de libaneses residentes emigrantes, además de ser un aporte científico
cultural a la concepción binacional, tanto de la nacionalidad como
de la ciudadanía, es una solución para que a un territorio
de 10.452 Km2, se sientan vinculados alrededor de quince millones de libaneses
en lo cultural, en lo económico y en lo político.
La emigración es el primer producto de exportación de la
República del Líbano, sus hijos allende los mares se esparcieron
como el viento en los cuatro costados de la geografía mundial, en
todos los continentes, en todos los países, en todas las zonas sean
éstas urbanas o rurales.
En el estado Carabobo, la mayor concentración se encuentra en
Valencia, desde los albores de este siglo XX, encontrándose también
numerosas familias en todos sus municipios.
Los libaneses y sus descendientes en Carabobo se han integrado como en
el resto del país, a la sociedad que los acoge y actualmente, sus
apellidos altisonantes y de difícil pronunciación gutural
son de común aceptación y conocimiento entre los carabobeños
que los vieron actuar en la universidad, como alumnos, como personal administrativo
y, muchos como docentes y autoridades.
Diariamente se los topan en los almacenes y negocios en el centro de
la ciudad, de los cuales se han convertido en celosos guardianes de su arquitectura,
donde los apellidos, convertidos en razón comercial, se exhiben en
luminosos avisos y están en las zonas industriales produciendo bienes
de consumo, en las artes escénicas y plásticas y en la historia
política carabobeña como gobernantes designados a dedo, antaño
o electos por voto popular ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario