A finales del siglo
diecinueve empezaron a llegar a Venezuela los primeros grupos de
inmigrantes libaneses que, huyendo del Imperio Otomano buscaban un mejor
destino.
Existen
indicios de que en 1890 desembarcaron en el Puerto los primeros
libaneses, justo a la mitad del primer periodo presidencial de Guzman
Blanco.
Líbano es uno
de los países más pequeños del mundo con apenas 10,452 kilómetros
cuadrados y una población de casi cuatro millones de habitantes. A lo
largo de sus siete mil años de historia, ha sobrevivido a diferentes
acontecimientos y los libaneses que habitan por todo el orbe se abrazan y
unen en torno a sus símbolos universales, destacando entre ellos los
cedros milenarios, una amplia cultura, su arte culinario y una
extraordinaria importancia al valor de la familia, así como la notable
participación en diversos campos artísticos y profesionales artísticas
de los emigrantes y sus descendientes.
La mayoría
de los inmigrantes que procedían del medio oriente eran libaneses y en
mucho menor escala de otros pueblos de Levante. Fue usual que se les
llamara “turcos”, por que hasta 1918 fueron súbditos del Imperio
Otomano; también se les llamaba “árabes” por el idioma que desde
entonces hablan y escriben. Según algunos estudios serios que se han
hecho sobre el fenómeno de la emigración libanesa, el idioma, las
tradiciones gastronómicas y las costumbres sociales hermanaron con
México a los emigrantes libaneses, que salieron de pequeños territorios y
llegaron a un gran país anfitrión que estaba en pleno desarrollo y con
una gran extensión territorial que apenas empezaba a poblarse.
Los libaneses
agradecieron a través de su trabajo y de sus aportaciones el
recibimiento del que fueron objeto; se integraron a Venezuela poco a
poco y hoy un gran número de descendientes de aquellos primeros
emigrantes son Venezolanos prominentes, cuyo trabajo y participación en
la vida social, cultural,politica,empresarial, deportiva, intelectual,
entre otros, tiene una gran presencia y trascendencia en nuestro país.
Atraídos por
América, dejaron sus familias y tierras, y aun sin conocer el idioma y
las costumbres , los libaneses encontraron la manera de adaptarse, y a
base de trabajo y en lucha por la supervivencia exploraron mercados no
atendidos, llevando a poblaciones incomunicadas mercancías necesarias y
atractivas; fueron precursores de las ventas casa po casa,tiendas de
tela y mercancía a crédito,y
por eso se les llamo “aboneros”; y favorecieron el mercado interno; su
austeridad y lucha constante hizo que de buhoneros pasaran a establecer
puestos en los mercados y después a ser dueños de sus negocios. Los
primeros en llegar ayudaron a los que seguían llegando; los que
prosperaron en el comercio se aventuraron después en la industria y mas
tarde empezaron a abundar profesionistas que sirvieron a las comunidades
en las que se establecían. Aquellos emigrantes se esmeraron para que
sus hijos aprendieran español y conocieran y amaran profundamente a
México sin olvidar sus valores, su amor y apego a su país de origen.
A poco más de 125
años de presencia, existen descendientes de libaneses en casi todos los
rincones de República Bolivariana de Venezuela y muchos de ellos han
sobresalido de una u otra forma en algún momento en la historia afamada
frase “El que no tenga un amigo libanés, que busque”. (CONTINUARA)
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